Antes de escribir , pienso, antes de pensar , siento

martes, 12 de octubre de 2010

El hombre de yeso

El Hombre de Yeso

- Y tu ahí clavado en esa cruz sin hacer nada -

Soy Susej portero de una iglesia de Polonia, también soy el barrendero ¿pero a quien le importa? No soy más que una pequeña célula de este gran mundo, insignificante a los ojos de los empresarios y famosos. Llevo 15 años trabajando en esta iglesia y en ese transcurrir de primaveras he visto de todo, he visto desde peregrinaciones con hombres y mujeres llorando por amor a Dios y también hombres y mujeres llorando por rencor a Dios, he visto la pobreza en los niños que vienen a rezar para que su situación mejore y he visto la pobreza de los que solo tienen dinero que rezan para llenar un vacío interno, he visto injusticias y supuestos actos justos, he visto y sigo viendo…

Veo un hombre de yeso a 5 metros de altura, la gente lo llama Jesús, todos los días veo gente que viene a rezarle y pedirle de favor que los ayude, pero –el sigue ahí inútil clavado en esa cruz -. Que rabia ver a toda esa gente con la esperanza de que algún día, el se baje de la cruz y los ayude

En mi paseo matutino mientras limpio la iglesia, lanzo la misma frase de siempre cada vez que veo al hombre de yeso – y tú ahí clavado en esa cruz sin hacer nada –. Pero ese día fue diferente, para mi sorpresa, ese día el me contesto y me dijo – te apuesto a que no durarías ni un día clavado en esta cruz -. (Apuestas siempre son tan interesantes no sabes a donde te llevaran) Yo prepotente le conteste – hagamos esto yo te apuesto a que no duras ni un día como barrendero- El acepto y cambiamos de posiciones, yo sería el hombre de yeso y el, el barrendero. Una luz blanca cegó mis ojos y mientras todo se aclaraba, a pequeños rasgos me di cuenta que estaba a 5 metros del suelo, clavado en una cruz.

II

El trabajo parecía sencillo, no implicaba ningún desgate físico, a lo largo del día vinieron a rezarme y adorarme, cosas que incrementaron mi ego, vinieron a prenderme velas y regalarme flores, como les dije parecía un trabajo sencillo. Pero de pronto entro una niña rompiendo el silencio de la iglesia, con los ojos vidriosos envueltos en lagrimas, corrió a la primera fila y de rodillas se pone a rezar, a rezarme, pidiendo que de favor le cure a su papa, su único familiar o sino que le ayude a conseguir dinero o comida para llevarle a su pobre padre. Qué triste ver a una niña de 7 años lanzándose al mundo sola y aparte cargar con su padre enfermo.

Mis manos deseosas de consolarla se vieron inútiles clavadas en el madero, mi boca con ganas de lanzarle una frase de afecto se vio sellada, mis pies con ganas de caminar hacia ella se los impedía un clavo. Pero en mi desesperación, en mi llanto interno de no saber qué hacer, desvío la mirada y veo al portero en una esquina siendo testigo de todo, emocionado le intento gritar que haga algo pero él seguía sordo… o yo mudo. La niña se retira a su casa en llantos y yo inútil, ¡pero qué rabia! ¡Qué rabia! Ver al portero que se me acerca y me dice -Y tú, ahí clavado en esa cruz sin hacer nada-. Yo entré en llanto y creo que me desmallé.

Al despertar era yo de nuevo, yo, el barrendero, pero no era el mismo, ya que en ese viaje, sea real o ficticio, yo aprendí que el inútil no era el hombre de yeso, el inútil era yo. Y que las verdaderas ventanas del alma son las manos y no los ojos, una mirada puede engañar, pero una caricia hecha con amor siempre será sincera.

Soy susej, portero de una Iglesia de Polonia, pero también soy un dedo más de esta mano gigante que entrega amor en todo lo que hace.

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